martes, 8 de junio de 2010

En septiembre.


Era muy sospechoso. ¿Yo? Contenta por todo en general, nada por lo quejarme, feliz.

Era sospechoso. Después de la tormenta, siempre llega la calma y por consiguiente después de la calma...

La tormenta me esperaba sentada en un sofá en la esquina de un bar.
Y de sorpresa, un sábado me tocaba caer al vacío.
Son cosas que pasan cuando lo normal es que la gente no sea normal. Cuando el respeto, a lo que sea, brilla por su ausencia. No es nada raro, así que tampoco me sorprende, y menos de ella, tal vez de el un poco sí, para que mentir.

El domingo, entre folios, llegó pisando fuerte. Alguna mirada enredona, de esas de biblioteca, con mi menor preferido. Y suena el móvil: - Cris, han salido las notas de penal...- Chute, remate y gol.
Suspenso por aquí, suspenso por allá, y lunes. Bonita forma de rematar la semana y empezar una nueva.

Y, ¿que pasa?. Es martes, y me voy a dormir con una sonrisa.
Porque cuando hace frío no hay mejor abrigo que vosotras, y porque siempre tendré una historia imposible en la cabeza que me saque de la realidad.

Porque en septiembre, la gente se mira y sonríe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario