viernes, 31 de diciembre de 2010

Copenhage. (Vetusta Morla)

El corria nunca le enseñaron a andar se fue,  
tras luces palidas  
Ella huia de espejismos y horas de mar  
Aeropouertos unos vienen otros  
se van igual que Alicias en ciudad  
El valor para marcharse el miedo a llegar  
 
Llueve en el canal la corriente  
enseña el camino hacia el mar  
Todos duermen ya  
Dejarse llevar suena demasiado bien  
Jugar al azar  
Nunca saber donde puedes terminar o empezar  
 
Un instante mientaras los turistas se van  
Un tren de madrugada consiguio  
trazar la frontera entre siempre o jamas  
 
Llueve en el canal la corriente  
enseña el camino hacia el mar  
Todos duermen ya  
Dejarse llevar suena demasido bien  
Jugar al azar  
Nunca saber donde puedes terminar o empezar  
o empezar  
 
Ella duerme tras el vendabal  
se quito la ropa sueña con despertar  
en otro tiempo y en otra ciudad  
Dejarse llevar  
Suena demasiado bien  
Jugar al azar nunca saber  
donde puedes terminar o empezar  
terminar o empezar  
terminar o empezar

viernes, 17 de diciembre de 2010

Por la ventana.

6 AM. Cansada de trabajar, se toca el pelo, se gira.


6 AM. Pone las manos sobre el cristal, busca el punto de luz, achina ligeramente los ojos, observa, sonrie durante los tres segundos que tarda en alejarse del cristal.
- Chicas, esperad...-
Meses despues vuelve a verle, vuelve a latirle el corazon, fuerte, demasiado fuerte, pero olvidado, demasiado olvidado.
Se asoma perfectamente consciente, buscando lo que ve, buscandole. Le ve... Desde lo lejos, sin demasiado interes, ninguna confianza, cero complicidad, solamente ver, como quien mira al horizonte, un gran cuadro.
Se le acelera el pulso como entonces, un escalofrio recorre su cuerpo, lo mismo que ayer, o anteayer, o ever, siempre.
Distinto, pero feliz. - Me han visto, me voy. Fue un placer verte-


6 AM. Cansada de trabajar, se toca el pelo, se gira.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Silencio y manta.

Te sientas en algún lado, con un poco de suerte llevas las gafas de sol puestas, el termómetro va bajando por momentos, tal vez nieve.
Miras arriba, abajo, luego a un lado, la gente pasa, sigues a alguien con la mirada. Irremediablemente te pierdes entre pensamientos, vuelves atrás, bastante atrás, demasiado, me atrevería a decir.
Los mejores momentos, que son los que con más claridad recuerdas, te arrancan una sonrisa melancólica de mirada perdida. Otros, incluso, unas lágrimas, intentas comprenderlos en frío, muy frío, uno de diciembre.

Uno de diciembre. Hace un año caminaba descalza por la arena, tiritando, aunque helado, el mar es un placer. Hace un año no me creería esto, no me creería este blog, ni lo que en el hay escrito, no me creería ni una sola palabra de lo que digo, no me creería ni una sola cosa que hecho.
Dos días melancólicos, tal vez por el hecho de volverme a ver al otro lado, muchos meses después, recordando que la última vez... Fue la penúltima. Me he acordado bastante últimamente, lloro un rato y después me río, no lo mereces, pero así es la vida. Algún día nos volveremos a ver, y sabes, con el mismo o con distinto significado seguiré sonriéndote de la misma forma. Así fui, soy y seré, tu lo sabes.

En silencio, mirada perdida en el horizonte azul, el que no se ve desde aquí, atravesando edificios, paredes y gente, corriendo más rápido que nadie, casi volando, recordando, dejándome intoxicar por el humo de los recuerdos, envenenándome detrás de una pantalla. Partiéndome en dos, en tres, volviendo al pasado, saltando al futuro. Dejándome llevar por el viento tan característico de mi ciudad, cierzo, que a ratos te empuja fuerte y a veces deja de soplar y te deja caer sobre la acera como una marioneta a la que le cortan los hilos.

Sentada en cualquier sitio, con las gafas de sol puestas, el termómetro sigue bajando. Tengo frío.